viernes, 8 de septiembre de 2017

La educación y la Comunicación

La comunicación y la educación no pueden seguir existiendo, del modo tradicional, como ámbitos totalmente separados. La sociedad de la información ha puesto en evidencia la necesidad de que ambos mundos, el educativo y el comunicativo, se aproximen y se relacionen. Para ello se necesita una acción concertada entre los diferentes actores que participan en ambos mundos. La concertación tiene que partir de la comprensión profunda de los valores y actividades que son comunes y de un reconocimiento mutuo de los actores que participan ellos. Una escuela, o una institución educativa, es una entidad que comunica, transmite y proporciona orientaciones, códigos y lenguajes. Un medio de comunicación es, por su parte, de alguna manera, un sistema que conduce el saber de su propio público. Ejerce además tal grado de influencia, especialmente en los más jóvenes, que su acción puede denominarse, de alguna manera, educativa informal. En consecuencia, la educación y la comunicación están obligadas a entenderse.

Relaciones entre comunicación y educación 


Por qué los medios de comunicación son una escuela paralela Hace muchos años se empezó a hablar de que las aulas no tenían ya muros, que los medios de comunicación –especialmente, el cine y la televisión- habían irrumpido con fuerza en el ámbito de la educación y que su influencia era creciente y tendería a aumentar. Hoy en día, cuando el siglo XXI está en sus inicios, casi puede decirse que se ha constituido una escuela paralela que son los medios de comunicación. Muchos estudios han puesto de relieve que los niños en edad escolar, en muchos países, suelen pasar más tiempo delante del televisor que en la escuela. Son las condiciones de la vida urbana -que tienden a aislar a los niños en sus hogares-, el aumento de la jornada laboral de los padres, así como la fuerza irresistible que para muchos tiene la televisión, las que parecen ser las causas del fenómeno. En todo caso y al margen de sus causas, la influencia de la televisión en los niños es en la actualidad cuantitativamente incontestable. Pero también lo es de modo cualitativo. La televisión posee una capacidad de fascinación muy notable. A los niños, les atrae de ella, el colorido, el movimiento, la facilidad con que les evita el tedio y el aburrimiento, y lo dócil que resulta a sus requerimientos, porque siempre se puede encender o apagar a voluntad y permite el cambio de canal con sólo mover un dedo. Por si fuera poco, la televisión transmite las modas y los estilos que la mayoría de niños siguen. Informa de los temas de los cuales hablan, y no cesa de transmitir sus historias favoritas, pobladas siempre, por sus héroes más queridos.

Los valores que transmiten los medios y las escuelas

Si la escuela educa, también, a su modo, los medios de comunicación educan (o des-educan). En este estricto sentido, es indudable que cabe hablar de valores educativos proporcionados por los medios, aunque la intencionalidad y la funcionalidad de éstos no sean estrictamente educativas. Una actitud razonable y serena ante la constitución de la que venimos denominando escuela paralela tiene que partir del análisis de los 14 valores que la enseñanza y los medios, cada uno por su lado, transmiten. Veamos, primero la situación de hecho. 


Los medios de comunicación son, en casi todo el mundo, directa o indirectamente una industria cultural que se nutre de la publicidad, y que persigue las audiencias masivas. Esta condición de partida les lleva a generar contenidos que disponen de algunos atributos esenciales. 

A saber: 

  • Tienden a ser de entretenimiento y diversión y están orientados, sobre todo, a ocupar la parte de ocio de nuestra vida social. 
  • Tienden a ocupar, de una manera u otra, todo el tiempo cotidiano y todos los espacios de la vida normal. 
  • Tienen pues un aspecto claramente invasivo y absorbente. 
  • Usan una retórica muy llamativa para transmitir con eficacia sus mensajes. 
  • Se basan en la dispersión frecuente de la atención de los espectadores para crear contenidos fragmentarios, cortos, y muy incisivos que ofrecen una versión sincopada y fragmentada del mundo. 
  • Huyen de los discursos complejos y abstractos -que pueden exigir esfuerzo a la hora de ser comprendidos para configurar un flujo de información banal y superficial. 
  • Hacen del mimetismo, que asegura la extensión rápida de una cultura global, la principal razón de ser de muchos programas y espacios.


Obligaciones de los medios en relación con la educación

¿Qué sucede cuando se da el caso de que los valores de los medios contradicen los de la escuela? ¿Qué sucede cuando los niños quedan expuestos a esa contradicción y muestran su lado más vulnerable? ¿Hemos de confiar sólo en la actitud de protección o control que pueden ejercer los padres y las madres o los tutores y el profesorado? En los últimos tiempos, en muchas latitudes diferentes, con diversidad cultural bastante acentuada, se viene reclamando una actitud más conciliadora entre los medios y el mundo educativo. Sobre todo de aquellos medios que, como la televisión en régimen de difusión abierto, resultan poco controlables por los padres. Esta actitud conciliadora significa que los medios deben cumplir ciertas obligaciones con respecto a los niños. En general, estas obligaciones pueden dividirse en obligaciones de dos tipos. Unas activas, que consisten en promover y difundir mensajes y contenidos que estimulan el crecimiento moral, intelectual y físico de los niños.


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