En este paradigma, la enseñanza se define en términos de
reforzamiento del aprendizaje, para generar cambios de conducta en los alumnos.
Los reforzamientos utilizados en este tipo de enseñanza se deben dar de manera
positiva, premiando conductas que se consideren positivas y no con el castigo
de aquellas que no sean percibidas como tal.
El docente, estará encargado de depositar los conocimientos
en los alumnos, el papel de este será determinante en la adquisición de
conocimientos, pues bajo este paradigma, su papel es muy activo. Presenta la
información a sus alumnos, la expone, emplea diversas estrategias para lograr
conocimientos en sus alumnos. En este sentido, será de gran importancia, que el
docente tenga claro los elementos que se involucran en la comunicación, que
sirvan como base para la aplicación de sus estrategias y su posterior éxito en
el aprendizaje de los alumnos.
El alumno, presentará un papel más pasivo que el docente,
sin embargo, este se puede definir como un predictor activo, pues los diversos
estímulos que se le presentan durante el proceso educativo, facilitan que pueda
prever acciones, crear expectativas, en base a los estímulos y reforzamientos
que tenga. Además, el alumno puede generar su propios reforzadores; mecanismos
de autocontrol y autoeficiencia.
Se utiliza en gran medida la memorización y la comprensión
para la elaboración de información, por lo que el alumno no solo debe recordar
lo que el docente dice, sino que debe comprenderlo o decodificarlo para
expresarlo nuevamente para sí mismo o los demás.
El conductivos utiliza el análisis detallado de las
respuestas que tienen los alumnos para que estas sean reforzadas. El principal
objetivo de este paradigma es la trasformación de la conducta.
En conclusión, para el paradigma conductista el estimulo
informativo que se presenta en los alumnos no se considera aprendido, si este
no muestra su impacto reflejado en los cambios de conducta del alumno.
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